Perú ha logrado perfilar un ejemplar equino conocido como el caballo de paso peruano, tras cuatro siglos de perfeccionamiento y cruces, al que se considera único en su tipo en el mundo y que ha sido declarado Patrimonio Cultural de la Nación.
Los peruanos rinden culto a este corcel en el mes de abril, cuando la Asociación Nacional de Criadores y Propietarios del Caballo de Paso Peruano (ANCPCPP) organiza charlas, concursos y exhibiciones de los jinetes o ‘chalanes’, que los cabalgan al ritmo de danzas nacidas en la costa peruana.
El caballo peruano de paso es una raza oriunda de Perú, descendiente de los ejemplares introducidos en el siglo XVI durante la conquista española y los primeros tiempos de la colonia. Los estudiosos señalan que los ascendientes de estos animales son de raza andaluza y fueron embarcados en Sevilla, en Sanlúcar de Barrameda y en Cádiz.
El corcel peruano tiene reconocimiento en eventos internacionales como en la española Feria de Abril de Sevilla, donde se efectúa la mayor reunión de coches de caballos. En 2003, seis caballos de paso peruanos cautivaron con sus andares al exigente público sevillano.
El historiador José Antonio del Busto, en su Historia del Descubrimiento y Conquista de Perú, señala que el clima, la dieta y la difícil geografía peruana influyeron poco a poco en una raza eficiente y eficaz para el trabajo, el viaje y la exploración. Los corceles cambiaron su dieta de granos y cereales y la trocaron por una más rústica de pastos altoandinos, dando lugar a un ejemplar más fuerte de conformación morfológica.
Lo que hace a este animal diferente a otras razas equinas en el mundo es su aire típico de velocidad intermedia, que en los demás es de trote. Este aire o modalidad en el andar es el trote lateral y se denomina paso de llano. El paso de llano consiste en un aire permanente, armonioso y rítmico en el que el animal tiene un movimiento alternativo lento y agradable. Es un aire rápido en el que el centro de gravedad del caballo permanece casi inmóvil, produciendo una equitación confortable, sin sacudidas. Estos pasos finos, con la cabalgadura en un suave balanceo horizontal, contrasta con los de otras razas de caballos que tienen un balanceo horizontal y vertical.
En el libro ‘Andar en paso llano’, el criador Carlos Parodi García subraya que la suavidad es una de las virtudes fundamentales y más apreciadas en la raza de este caballo: “Es mostrar el desplazamiento armónico isócrono innato de cada batida individual de las extremidades del caballo”.
Seamos, autocríticos y proactivos, aceptando que los ligamentos y tendones del caballo peruano, no son su mejor cualidad y que si a este demérito le sumamos el que posea un perímetro de cuartilla no muy apropiado para su función, estaremos conduciendo a nuestra raza a un destino local y de muy poco futuro.
Nuestro caballo espera que sus criadores no lo despojen del destino universal que merece. Tengamos claro que con generosidad, voluntad y autocrítica el caballo peruano de paso fue rescatado del desánimo en el que se encontraba a comienzos del siglo XX. Lo que decidamos hacer de él será su futuro y el nuestro como criadores.
Hoy, entre todos los caballos, el nuestro es el de más suave andar, pero eso, no es suficiente para asir al destino que se le tiene reservado.
Pido en nombre, de los miles de criadores que hicieron la raza, cuestionar lo que damos como válido y así no pecar de soberbia, cuando decimos tener el mejor caballo de silla del mundo.
Aquellos criadores de antaño, que nos dejaron por herencia, las virtudes labradas en soledades camperas y que a golpe de casco esculpieran la sangre, los huesos y los músculos de nuestro caballo esperan de nosotros la misma entrega.
Criadores, la generosidad y nobleza con la que se actuó en el pasado hizo posible a caballo peruano, en el presente y de manera semejante, continuemos la obra emprendida convirtiendo al caballo del Perú, en nuestro caballo universal.