Todos los padres quieren que sus hijos sean muy inteligentes y capaces. Pero, ¿qué significa? ¿Tener las mejores notas? ¿Lograr el mejor promedio?. Y es que no hay una sola inteligencia y es posible identificar uno o más tipos en los niños. ¿Cómo hacerlo?
En primer lugar, cabe aclarar que la inteligencia, en términos generales, es la capacidad de percibir, analizar y elaborar información con el objetivo de resolver problemas. Cada niño es, de alguna manera inteligente, ya que esta no es una característica única sino más bien un conjunto de potenciales que permiten resolver diferentes tipos de conflictos.
Un gravísimo error de la psicología del siglo pasado fue creer que la inteligencia era una. Las pruebas de coeficiente intelectual daban un resultado numérico y los psicólogos se acostumbraron a decirles a los padres y a los profesores si el niño tenía un promedio superior, medio o bajo. Entonces, la inteligencia comenzó a ser vista como una. ¿Cuál? El número dado por el coeficiente intelectual.
Sin embargo, siempre se supo de la existencia de varias inteligencias. En efecto, entonces, algunos niños muestran un especial interés y aptitudes diferentes que los demás para el lenguaje, la lectura, los números, la música, el arte o las ciencias. En fin, para las diversas y múltiples actividades humanas.
¿Cómo identificarla?
Generalmente, estos tipos de capacidades tempranas se identifican cuando un niño las demuestra de forma especial, continua y, quizás, más avanzada frente al resto de sus compañeros de la misma edad.
Así mismo, muchas de estas capacidades se van adquiriendo con la madurez neurológica y psicológica de cada niño. Por ello, algunos aspectos que pueden parecer precoces y apuntar a un talento especial, pueden ser simplemente acercamientos tempranos a la madurez.
El hablar, leer, calcular con números, interpretar instrumentos musicales, dibujar y hacer pequeñas representaciones dramáticas o experimentos de ciencias son actividades que, uno, se le facilitan al niño y luego alcanzará logros importantes en ellas. Y dos, le interesan, le agradan, le causan satisfacciones y alegrías.
¿Cómo explotarla?
Es una labor de muchos años de observación, atención, experimentación y conversación durante el preescolar y la primaria. Qué temas o qué actividades se le facilitan al niño y cuáles disfruta más.
Pero, cualquiera que sea el talento de un niño es importante que los padres no busquen rotularlo desde su talento, creando una identidad rígida que le causará con el tiempo frustraciones y confusiones psicológicas. Con esto, no quiero decir que se deba ignorar un talento que resulta obvio para todos, sino más bien promover estimulación, reto y crecimiento, pero siempre permitiéndole al niño decidir por intereses y actividades diferentes.
Por eso, es importante evitar adjetivos como: “eres un genio”, “perfecto”, “el mejor”, sino más bien hacer alusión a la actividad misma: “bailas muy lindo”, “lo que dijiste es muy interesante”, “disfruto verte jugar fútbol”, etc.
En este sentido, no es beneficioso promover la competencia que pone al niño en riesgo de perder su identidad o su integridad. Se debe apoyar y promover el crecimiento en esas áreas, pero también dar apoyo en las que tiene debilidades.
Por ejemplo, un niño puede tener excelentes herramientas en resolución de problemas matemáticos pero dificultades motrices importantes o puede ser un atleta ejemplar desde muy temprana edad, pero tener importantes dificultades en las relaciones interpersonales. Por ello, al niño debe vérsele como un todo integral, desde su talento y con un proceso de crecimiento y aprendizaje dentro de un marco de relaciones amorosas y respetuosas con los otros.
Una de las principales inquietudes de los padres es proporcionar a sus hijos las herramientas para asegurarles un futuro exitoso y una vida plena. Sin embargo, con frecuencia nos centramos en una educación tradicionalista, en la que predominan la disciplina y la adquisición de conocimientos que si bien son elementos necesarios, no son suficientes.
Muchos expertos en educación concuerdan en que los programas de estudios actuales no infunden en los niños las destrezas que requieren para poder desarrollarse en el mundo, pues los empleos mejor pagados no sólo exigen conocimientos, sino también el contar con capacidades como la comunicación, la solución de problemas o el trabajo en equipo.
Entre las habilidades, cualidades y competencias esenciales para que los niños logren un aprendizaje a profundidad que les permita aplicar sus conocimientos en cualquier situación de sus vidas se encuentran:
- Aprender diferentes idiomas
- Conocimiento de tecnologías de la información
- El pensamiento crítico
- La creatividad
- La colaboración
- La curiosidad
- El liderazgo
- La conciencia social
La metodología adecuada debe estar basada en una educación holística que tiene como objetivo crear vínculos con la comunidad, la naturaleza y los valores humanos. El objetivo no es sólo el dominio de una nueva lengua o ser un genio en números, sino un desarrollo integral de los niños, que incluya aspectos cognitivos, sociales, culturales, físicos, emocionales y espirituales que les ayudarán en todas las facetas de su vida y enriquecerán su relación con el mundo.
Para desarrollar algunas de estas competencias sociales y emocionales en los niños, te aconsejo enseñarles a compartir, a tener buenos modales y a ser amables, para que puedan generar amistades sanas. Para ello, es fundamental hacerlo nosotros mismos. También hay que ayudar al niño a identificar sus sentimientos y ofrecerle oportunidades para expresarlos. Cuando los niños no pueden expresarse verbalmente o no saben cómo hacer frente a emociones incómodas suelen enojarse o ponerse agresivos. El control emocional es la base de la inteligencia emocional, factor fundamental para alcanzar el crecimiento profesional y la felicidad.
Por otra parte, la enseñanza de idiomas juega un papel cada vez más importante en la formación de los pequeños, y en particular el dominio del inglés puede ser de gran utilidad en el desarrollo de importantes habilidades, creando nuevas conexiones cerebrales y aumentando su velocidad de comprensión. Al tratarse de una lengua que se usa como método de comunicación entre grupos de personas que hablan lenguajes diferentes, el inglés representa un factor clave para fomentar el intercambio intercultural, la curiosidad y el respeto de las diferencias, así como el sentido de comunidad a nivel global.
Otro de los elementos clave del proceso de aprendizaje es la dinámica que se crea entre estudiantes o entre el alumno y el profesor. Las lecciones presenciales propician estas relaciones, siendo una manera idónea para desarrollar en los niños habilidades de comunicación y sociabilidad. Además, mediante el lenguaje corporal o los tonos de voz, las clases frente a frente permiten que la experiencia no sólo se escuche, sino que también se vea y se sienta.
Algunas de las principales ventajas de las clases presenciales son:
- Fomenta la sociabilidad, es decir, permite una interacción en la vida real entre estudiantes, quienes pueden practicar en conjunto los conocimientos adquiridos.
- Se logra un mayor compromiso y concentración, ya que el profesor implementa estrategias dentro del salón de clases para mantener a los alumnos tan involucrados como sea posible y potencia los resultados positivos, en particular para niños y jóvenes.
- Existe una mayor adaptabilidad y atención personalizada, el profesor tiene más capacidad de adaptarse a las necesidades de cada alumno y, en caso de que surja una duda, de explicarse y garantizar que la lección sea asimilada.
La adquisición de habilidades valiosas durante el proceso de formación de tus hijos les ayudará a tener mejores oportunidades en la vida. Cada niño es único y tiene sus propios ritmos, los cuales hay que respetar, por ello es importante ponerlo en manos expertas, que les ayuden a que sus primeros acercamientos al aprendizaje sean enriquecedores.