¿Sabías que la ganadería es la principal fuente de ingresos de alrededor de 200 millones de familias de pequeños productores en Asia, África y América Latina?
Además, es la única fuente de subsistencia para al menos 20 millones de familias. Si a esto se suman los medianos productores las cifras bien podrían duplicarse. En estos sistemas, los principales problemas que se enfrentan son la creciente degradación de las pasturas y su consecuente pérdida de productividad, la deforestación, una creciente dependencia de insumos externos, tecnología y material genético, alta incidencia de enfermedades y deficiencias de organización y comercialización.
El proceso de expansión de la ganadería que están viviendo los países de América Latina, representa tanto una oportunidad como una amenaza para el desarrollo sustentable de la región. Por un lado, es una oportunidad para generar riqueza y mitigar la pobreza si se toman las decisiones políticas adecuadas y se promueven sistemas de producción ganaderos sustentables y amigables con el ambiente. Por el otro, es una amenaza si la expansión de la actividad continúa sin considerar los costos ambientales y los potenciales efectos de marginalización de los pequeños productores.
Las proyecciones actuales indican que el consumo de carne a nivel mundial se duplicará en los próximos 20 años. Aunque es una buena noticia para la seguridad alimentaria de millones de personas, enfrentar esa demanda presionará el avance de la frontera agrícola-ganadera a zonas de mayor vulnerabilidad ambiental.
¿Qué es la ganadería sostenible o sustentable?
Ganadería sustentable es el término del que se habla actualmente y con frecuencia en el sector pecuario. Sin embargo, no todos los productores saben a qué hace referencia y sus bondades.
La ganadería sostenible es aquella que es perdurable en el tiempo y que mantiene un nivel de producción sin perjudicar al medio ambiente o al ecosistema.
¿Por qué surge la ganadería sustentable?
Ella surge porque la población mundial sigue en crecimiento y requiere más volúmenes de los alimentos que se producen en el campo. Pero esa búsqueda de comida se ha realizado a lo largo de la historia con prácticas inadecuadas que ponen en riesgo el medio ambiente.
Cuando se afecta negativamente al medio ambiente, se tienen consecuencias al alterar el suelo y la tierra. Estos se degradan y eso hace que la ganadería no sea sustentable o sostenible en el tiempo. Entonces, deja de ser sostenible en el tiempo la rentabilidad de la posesión porque con áreas degradadas no crece pasto y sin pasto no hay leche y carne. Además, el uso excesivo de químicos para tratar de recuperar suelos afecta directamente al ser humano por los residuos que de ellos quedan en los alimentos.
Su importancia social radica en que el número de pobres dedicados a las actividades pecuarias se calculan en 987 millones de habitantes el 15.2% de la población mundial al 2006 (6,500 millones de habitantes) y 1,300 millones (20%) de habitantes totales dedicados a la actividad pecuaria.
En el mismo contexto social se considera que el ganado recibe 77 millones de toneladas de proteínas anuales, provenientes de cereales y aporta a la dieta humana solo 58 millones de toneladas, sin embargo cita que el valor biológico de las proteínas dista mucho de ser el mismo, considerándose como de mayor valor biológico las provenientes de los productos animales.
En la dimensión de salud, la ganadería contribuye al consumo alimentario con un total de 477 kilocalorías por persona al día o el 17% del consumo diario medio de Energía y de 25 gramos por persona al día lo cual es 0,33% del consumo diario medio de Proteína.
Estas contribuciones se dan en un medio donde 864 millones de habitantes (13.3%), padecen de desnutrición o malnutrición, y los productos de origen animal pueden ser una solución.
Ganadería en Europa
España se ha convertido en estos 25 años en una de las principales potencias ganaderas de la Unión Europea, tanto por la cantidad, como por la calidad y la diversidad de sus producciones.
En los últimos 25 años la ganadería española ha cambiado, y mucho, al ritmo que ha marcado la Unión Europea: han sido las autoridades comunitarias las que con las diferentes reformas de la Política Agraria Común (PAC) han orientado el camino a seguir, especialmente en vacuno de carne y de leche, ambos con ayudas directas a los ganaderos.
Si nos fijamos en el consumo de los españoles, destaca el éxito de los productos cárnicos, dos de cada diez euros gastados en alimentación se invierten en la adquisición de carne y también es relevante el consumo de leche y huevos.
La ganadería española es eminentemente de producción en intensivo; si bien la práctica en extensivo tiene un papel fundamental en el mantenimiento del paisaje, de razas autóctonas, de la biodiversidad y de ecosistemas únicos.
La dehesa es uno de ellos y constituye el hábitat natural del cerdo ibérico; raza oriunda de la Península de la que se obtiene el jamón ibérico, una de las joyas gastronómicas.