El impacto ambiental de la pandemia del coronavirus

Fidel Sanchez Alayo
Fidel Sanchez Alayo
Ya son varias semanas que vivimos en cuarentena por un virus propagado desde el extremo oriente de nuestro planeta, al cual asignaron el nombre de COVID-19, pero es conocido generalmente como coronavirus. Veamos cómo es que este virus se ha expandido por todo el mundo y cómo ha llegado a impactar en nuestras vidas y en el medio ambiente.

El coronavirus apareció en la ciudad de Wuhan, China a fines de 2019, próximo a las fechas festivas de fin de año. Nadie imaginaría que el nuevo virus que apareció en esa parte del mundo se iba a propagar tan rápido por todo el planeta. Las primeras personas infectadas con este virus tenían fuertes dolores de cabeza y garganta, además de una gripe incontrolable que terminó por matar a varios de ellos tras un colapso respiratorio.

Con el paso de los días, el virus empezó a diagnosticarse en países de Europa, luego llegaría a Estados Unidos, para, finalmente, llegar a Sudamérica registrando el primer caso en Brasil, luego en Argentina y Chile, y así, llegar a Ecuador y Perú. Las personas de esta parte del mundo empezamos a alarmarnos, mientras que otros no daban importancia a esta emergencia sanitaria.

Los gobiernos de los países de América empezaron a implementar las mismas medidas de protección y seguridad que ya habían iniciado en Europa, la más famosa de ellas… “la cuarentena”. La cuarentena implicaba que las personas no salgan de sus hogares, sean estos domicilios particulares, departamentos y demás, al mismo tiempo se empezaron a flexibilizar los horarios de trabajo y el tránsito vehicular hasta que las calles, avenidas, parques y plazas queden completamente vacías.

El impacto en el medio ambiente, el lado positivo del Coronavirus

Fidel Sanchez Alayo

Al disminuir casi en su totalidad las actividades diarias en todo el Perú y el mundo, protagonizadas por los humanos, además de encontrarnos encerrados en casa, los impactos en el medio ambiente empezaron a notarse, dejando a todos impactados.

Los cielos de todas las ciudades empezaron a tornarse azules, de día se podían observar las nubes, mientras que, de noche, las estrellas eran fácilmente visibles; el aire comenzaba a purificarse y muchas aves, de diferentes especies, empezaban a ser vistas en las zonas urbanas donde, por lo general, el tráfico vehicular era imponente.

Los ríos y fuentes de agua naturales y artificiales empezaron a verse más cristalinos y la vida en sus profundidades brotaba nuevamente. Las diversas especies de peces comenzaban a producirse más, además de otras plantas acuáticas. El cambio era abrupto, en tan poco tiempo, la naturaleza empezaba a relucir y a sonreír.

¿Qué lección podemos aprender de todo esto?

Viendo estos cambios positivos en el medio ambiente, no solo en Perú, sino también en el resto del mundo, lo que queda por hacer es reflexionar sobre nuestro estilo de vida, sobre las diferentes actividades que realizamos y todo lo que provocamos; en sí, sobre todo el daño que le causamos a la madre tierra.

El coronavirus llegó para matar vidas, pero también para hacernos dar cuenta que los humanos somos los únicos responsables de la contaminación ambiental, es decir, de todo el daño que estamos provocando a nuestro planeta, el único lugar con vida en un espacio infinito.

Con el coronavirus, los animales empezaron a respiras más tranquilos, empezaron a caminar, correr y nadar por zonas donde no se animaban o en lugares que temían o se veían amenazados; los ríos y fuentes de agua dulce, así como el mar, comenzaron a tonarse más limpios y con mucha más vida de lo usual; el trabajo de purificación del aire del que se encargan los árboles ya no era interrumpido; el planeta entero empezó a sentirse mejor.

¿Quién imaginaría que, con la llegada de un virus fatal, las cosas empezarían a verse mejor para otros seres vivos? ¿Quién imaginaría que ahora los humanos seríamos quienes estemos encerrados entre cuatro paredes, mientas que los animales paseaban y volaban libremente como en mucho tiempo no lo habían hecho?

En diferentes regiones del mundo, las especies de fauna silvestre empezó a invadir zonas urbanas, comenzaron a convertirlas en sus nuevos hábitats. Muchas personas, desde sus ventanas y balcones, comenzaron a ver cómo varias especies de animales visitaban sus ciudades sin temor a nada y sin ningún riesgo, pues los humanos estaban encerrados.

¿Y ahora qué nos queda por hacer?

niña alimentando un zorro

Los peruanos debemos estar conscientes de que muchas de nuestras actividades diarias perjudican el ritmo de vida de otros seres vivos, además de que generamos un mal impacto en el medio ambiente, reduciendo la calidad del aire que respiramos, el agua que bebemos y el suelo que habitamos y que nos da frutos.

Debemos reflexionar todos, gobernantes y gobernados, para buscar las formas más adecuadas de poder convivir con otros seres vivos, ya debemos dejar de lado aquellas actividades que perjudican su ritmo de vida y, sobre todo, debemos entender que los humanos no estamos solos en este planeta, que simplemente lo compartimos, por lo que es necesario convivir con otros seres y respetar a la naturaleza.